Nvidia y China: un giro clave en la rivalidad tecnológica mundial
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Hoy, la acción de Nvidia presentó una contracción de -0.3%, luego de que China señalara que planea restringir el acceso al procesador H200 de la empresa, apenas horas después de que Estados Unidos autorizara su exportación al país asiático a cambio de un 25% de los ingresos que genere la empresa por ventas a este mercado. Estos anuncios, reafirma que la competencia en inteligencia artificial no es solo entre empresas, sino una disputa estratégica entre países por el liderazgo tecnológico.
En este contexto, hay dos puntos clave del por qué la apertura del mercado de China para Nvidia ya no es tan relevante como hace un par de años:
- Nvidia ya no depende de China en su escenario base. Sus proyecciones de negocio parten de una participación limitada en el mercado asiático y se sostienen principalmente en una demanda estructural muy robusta de mayor poder computacional por parte de compañías norteamericanas y de otros mercados desarrollados.
- China busca independencia tecnológica de las empresas norteamericanas. A través de restricciones, mayor regulación y el impulso a proveedores locales, el país asiático intenta reducir su dependencia de semiconductores de origen estadounidense. Esto hace que cualquier reapertura para Nvidia luzca más táctica y transitoria, y no un pilar estructural de largo plazo para la compañía.
En los últimos trimestres, el peso de China en los resultados de Nvidia ya se había reducido de forma importante. Tras las restricciones a la exportación de procesadores, los ingresos de la compañía en ese mercado cayeron de 8.1 mmdd a 3.0 mmdd en un año, al tiempo que la empresa seguía elevando su guía apoyada en la demanda de centros de datos en Estados Unidos y otros mercados desarrollados. Detrás de esto está un ciclo estructural de inversión en poder computacional para entrenar y desplegar modelos de inteligencia artificial, donde los grandes proveedores de nube y compañías tecnológicas norteamericanas siguen siendo los principales compradores de sus chips.
Al mismo tiempo, el ecosistema chino de inteligencia artificial ha acelerado sus esfuerzos por reducir su dependencia de la tecnología estadounidense. El caso de DeepSeek, una empresa china que a pesar de enfrentar limitaciones tecnológicas logró un desempeño cercano al de ChatGPT utilizando versiones menos potentes de los chips de Nvidia, motivó a Estados Unidos a endurecer el control sobre los semiconductores avanzados, restringiendo el acceso a productos como el B200 y permitiendo solo alternativas intermedias como el H200. Frente a este entorno de mayor vigilancia y riesgo geopolítico, China ha respondido con más regulación, mayor impulso a proveedores locales y la evaluación de controles estrictos al uso del H200, lo que refuerza la idea de que cualquier reapertura para Nvidia en ese mercado no será ordenada.
Finalmente, para los próximos 12 meses mantenemos una expectativa positiva para la emisora: estimamos que la acción de Nvidia podría alcanzar los 234 dólares, lo que implicaría un rendimiento potencial cercano a +27.6%, apoyado principalmente en la demanda estructural de cómputo en mercados desarrollados más que en una normalización plena de su exposición a China. Además, la compañía ha logrado estabilizar las expectativas del mercado sobre sus utilidades futuras y hoy cotiza en torno a 25 veces la utilidad esperada, por debajo de las 37 veces que, en promedio, ha registrado en los últimos seis años.